Cuando el joven Caldera baja de la montaña a la gran ciudad, tiene, al principio, una suerte poco común: encuentra trabajo, un amigo y una mujer. Los Caldera se compran una casa, tienen hijos y la vida les sonríe. Su desgracia comienza cuando el padre, después de un accidente laboral pierde su trabajo. Tienen que vender la casa e irse a vivir a una chabola en el barrio de los más pobres. Finalmente, el hambre lleva a los hijos a pedir limosna. Pero esto no lo consiente su padre, Ramón Caldera. Su orgullo le impide aceptar que, al no encontrar trabajo, tengan que vivir de la mendicidad. Desesperado, busca una salida.